Psicología del Desarrolloy del Amor

Enero, 2020

La “psicología del desarrollo” es un área de la psicología que describe y estudia las diversas etapas del desarrollo psicológico humano. En este apartado me propongo esbozar dicho desarrollo en “clave amor”, es decir, describir la vida según las características del amor en cada etapa del desarrollo. Describiremos pues, el itinerario del amor a lo largo de la vida. Fundo esta elección en el hecho nada despreciable de que nuestra identidadson amores, nuestras motivaciones son amores, nuestros proyectos de vida son amores, nuestro bienestar o malestar psicológico y existencial depende de la madurez de nuestros amores, porque todo lo que de bueno tenga la vida viene causado o sazonado por el amor. Curiosa omisión la de la psicología académica y científica la de soslayar un principio psicológico tan determinante en la consistencia y estabilidad de la identidad, en su capacidad de movilización y eficiencia, en su capacidad de habilitarnos a captar el significado, valor y belleza de las cosas, en su virtud de señalar un sentido en la vida.

Cuando se observa el transcurso de la vida del hombre, de la vida personal bajo el prisma del amor, se pueden distinguir cuatro etapas: 1. el amor que se recibe, 2. la respuesta al amor, 3. los frutos del amor, y finalmente, 4. estar agradecido del amor.

Expondré sucintamente cada etapa acorde a lo universalmente esperado, a lo naturalmente deseado. Colija el lector las penas y dolores, las consecuencias y tramas psicopatológicas causadas por privaciones y desviaciones que puede padecer el sujeto si las características de las etapas están ausentes, desordenadas o falseadas.

Primera etapa: el amor recibido. La madurez del amor de nuestros padres suscita en ellos el deseo de un hijo; así, nos conciben por amor, nos esperan con amor, nos abrazan con amor, nos confirman con amor, nos validan con amor, nos afirman con amor. Corresponde esta etapa al período comprendido entre la concepción y la pubertad; genéricamente denominaremos esta etapa: niñez.

Segunda etapa: la respuesta al amor. Terminada la niñez, el capital humano con que cuenta el sujeto por herencia es el amor recibido. Le ha llegado la hora de madurar su respuesta al amor. Afirmado en su ser por el amor recibido, nace espontáneo el deseo de proyectarse, el sueño de un para quéen la vida, del para qué de mi vida. Un para qué que solo otro amor puede llenar. El joven intuye que la vida es la realización de un sueño –de un amor– de juventud. Es el período de madurar qué y quién quiero ser de adulto. Se extiende esta etapa entre la pubertad biológica hasta la elección de la propia vida. Se corresponde esta etapa con la adolescencia.

Tercera etapa: los frutos del amor. Madurada una respuesta al amor, madurada una elección de amor, y tras prepararse para ello, viene el período de los frutos del amor, signo esencial de la madurez alcanzada: el amor maduro da frutos. Este período es la adultez, la etapa de la realización personal en los frutos donados. Es esta etapa de los frutos la más extensa, como si la naturaleza dijese que el fin, nuestro fin, es dar frutos.

Cuarta etapa: agradecer el amor. Una existencia vivida conforme a las etapas expuestas, suscita agradecimiento, paz y alegría de la vida; irradia paz, aplomo y sabiduría. Es esa juventud de espíritu, tan contraria al triste espectáculo de aquellos que queriendo permanecer vigentes, remedan a los jóvenes. Es como si no hubiesen aprendido que el único fracaso de la vida es fracasar en el amor. Aquella juventud de espíritu concede presentarse ante la muerte con serenidad, abierto a lo que sea que venga. Es la belleza y sabiduría de una vida sensata, de una vida lograda, es la vejez deseada, una vida acabada.

Este brevísimo itinerario por las etapas del amor –amor heredado, amor legado, amor cosechado- puede verse alterado, como hemos mencionado anteriormente. Bien lo sabemos los psicólogos y psiquiatras: cuanta patología mental es la patología del amor.

Dr. Pablo Verdier Mazzara

Medico-psiquiatra

Anterior
Anterior

Psicoterapia y Amor Benevolente

Siguiente
Siguiente

Promoviendo la resiliencia en los niños