Promoviendo la resiliencia en los niños
Diciembre, 2019
La resiliencia es una temática muy interesante en la psicología actual, ya que nos enseña cómo cualquier ser humano es capaz de ir en contra de todas las estadísticas y quebrar los moldes preconcebidos para él. La resiliencia siempre ha sido uno de mis temas favoritos en psicología.
La palabra “resiliencia” proviene del término latín resilio, que significa “volver atrás, resaltar, rebotar”, y se empezó a usar en la química y en la física para describir la capacidad de memoria de un material para recuperarse después de una deformación, y recién en los años 70 empieza a ser acuñada por las ciencias sociales para referirse de quienes han logrado adaptarse luego de vivir eventos traumáticos.
Durante este tiempo la definición ha sufrido muchas modificaciones, en especial cuando se hace referencia a la forma de lidiar con los obstáculos. A veces se habla de resiliencia como la capacidad de salir adelante “sin importar las adversidades”, o “dejando de lado los problemas”, transformándose en enseñanzas engañosas que buscan sortear los conflictos sin tener que hacerles frente.
Pero la resiliencia no es saber salir adelante sin importar los reveses, ya que estos sí importan; tampoco significa avanzar dejando atrás los problemas; sino que apunta a la resistencia, a la aceptación y a la transformación. Resistir aquello que no nos gusta, saber perseverar y seguir adelante “con” aquello que nos incomoda, lo cual no significa resignarse, sino que aceptarlo como parte de la vida mientras nos transformamos en algo más y mejor.
A los niños les hará más sentido la definición original, de “saltar” o “rebotar”, no sólo porque les causaría gracia, sino porque tal vez se asemeja más a lo que ellos son capaces de hacer de forma tan espontánea y natural. Los niños desarrollan la resiliencia desde las cosas más simples y cotidianas. Desde que se caen en la calle y se levantan sin más, cuando se les queda el almuerzo o deben dar la cara a un profesor por una tarea olvidada. ¡Yo no he visto seres más resilientes que los niños! Los niños son capaces de reponerse a los eventos más increíbles, pero todo esto se pierde sin la contención sabia de un adulto.
Uno de los pilares de la resiliencia se centra en la convicción de que existe un otro que sabe que seremos capaces de crecer al enfrentarnos a obstáculos. Cuando niños (y grandes también) esta capacidad de resistencia ante las dificultades se fortalece al contar con un otro que nos quiere lo suficiente para no limpiar nuestro camino de las tristezas y sufrimientos, sino que ve lo que podríamos llegar a convertirnos luego de recorrer este camino, independiente de cuantas piedras traiga.
Hoy parece ser que los adultos tenemos una dificultad para tolerar los sufrimientos de los niños. Nos cuesta ver los problemas como oportunidades de aprendizaje necesarios para desarrollarnos en la vida. Esto habla de nuestra propia capacidad de lidiar y transformarnos con nuestros dolores, que por evitarlos se termina minando el potencial de resiliencia que existe de forma innata en los niños.
La resiliencia implica fortaleza, y una persona fuerte no esconde el dolor, sino que llora por él. Es fuerte porque se deja transformar por el afecto. Esto es lo que los niños aprenden de nosotros: a resistir, a aceptar y a mejorar, no solo viendo que nosotros lo hacemos, sino percibiendo que nosotros tenemos la certeza de que ellos pueden también. No significa dejarlos solos, muy por lo contrario, es tomarlos firmes de la mano y confiar que contigo aprenderán a darle frente a la vida.
Rosario Celedón M.
Psicóloga