Psicología del Desarrollo, ¿Hacia dónde?

Noviembre, 2018

Desarrollo, crecimiento, maduración, entre otras, son nociones que pertenecen al acervo de la psicología. Sin embargo, autores y manuales no se refieren al origen y fin de tales procesos.

Sin prestar atención al origen y al fin, cualquier procesose transforma en una secuencia de hechos deshilvanados, sin sentido, sin coherencia ni significado interno, y no cabe sino presentarlos como una mera observación de “cosas que pasan”. Esta observación, si bien útil, pudiendo incluso llegar a ser indispensable, no logra responder al valor y sentido de los hechos observados. Desconociendo, o aun negando, un fin al que se orientan procesos y etapas, todo se hace ininteligible.

Es por esto que tantos manuales de psicología evolutiva terminan siendo una buena enumeración y recolección de datos, estadísticamente frecuentes, pero sin una coherencia interna que nos permita comprender en profundidad lo que significa crecer.

¿Qué suele estar ausente en este tipo de manuales? Justamente aquella ciencia que pone su mirada a la esencia de lo humano: la antropología filosófica.
 
Crecer es, sin duda, un proceso de cambio, de maduración y transformación, que implica tiempo. Gracias a la Psicología del Desarrollo podemos conocer cuáles son las etapas, cambios y procesos que se verifican con frecuencia en el crecimiento del ser humano; sin embargo, la psicología necesita apoyarse en los conocimientos que aporta la filosofía sobre el significado de ser persona en el tiempo.
 
Ésta nace, vive y crece teniendo por principio a su propia naturaleza y atraída por el fin personal al cual se dirige (la madurez y felicidad humanas).
 
Sólo dando cuenta del cómo y para qué, las tareas y logros de cada etapa del desarrollo han de apuntar a aquel fin personal, respetando a la naturaleza; solo así, la psicología del desarrollo dejará de ser una mera “descripción de los hechos” y se pondrá al servicio del hombre, ya que nos permitirá orientar toda la labor educativa y terapéutica, al modo como un tutor guía a un árbol en su recto desarrollo, orientándolo hacia el logro de su mayor plenitud natural y perfección.

Dónde sino en el estudio de la naturaleza humana podría la psicología del desarrollo encontrar ese principio formal, según el cual se hilvanen los hechos observados en un único dinamismo integrador, desde el que se pueda entender el crecer como algo unitario y con sentido.  
 
Sin la comprensión de la naturaleza humana, no puede pues, haber comprensión del desarrollo.

Carolina Barriga P.

Psicóloga

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